Estar aquí es muy bonito. Sí, cada uno tiene sus problemas, preocupaciones, disgustos, pero se vive muy bien. Hay luz, electricidad, agua, baños calientes, gimnasio, las cenas con los amigos, el iPhone, los viajes, la ropa, los libro, las tiendas, la calle Colón...
Y aquí viene la sorpresa. Aún teniéndolo todo, NO ESTAMOS CONTENTOS. Queremos más y más y más. Y más dinero, y más cosas, y una casa más bonita y un nuevo móvil cada año. Mientras nosotros estamos aquí, viviendo un mundo materialista y cada vez con menos sentido, hay otra gente en otras partes del mundo que no tienen NADA. Y cuando digo nada, no es una exageración, no es un tópico, es una realidad. No tienen cosas que nosotros consideramos como básicas y necesarias. Por no tener, no tienen ni una casa digna.
Europa está en el siglo XXI, África en la Edad Media. Dos lugares tan sumamente distintos en el mismo planeta.
La desigualdad y la injusticia son inimaginables. Estamos hablando de gente que además de no tener objetos materiales necesarios, no tienen futuro. Y no porque no tengan talento o ilusión o ganas sino porque ellos están allí, y nosotros aquí. Tú y yo estamos aquí, y ellos allí, por una mera cuestión de suerte.
Pero...
¿Se puede hacer algo? ¿Somos meros espectadores mirando por la ventana pero sin poder cambiar nada? ¿Intentando sacar nuestra mano para poder cambiar las cosas? ¿Puedo ayudar? ¿Puede ayudarles?
Sí que puedes, sí que debes. Debería ser una obligación ayudar a los que tienen menos que nosotros, desde nuestra posición de privilegiados. No nos engañemos, seguimos en una sociedad de estamentos, unos tanto y otros tan poco.
Y no solo se puede ayudar a grandes ONG o asociaciones.
Te animo a participar en LALIBELA FOOD COMPANY, la ONG de mi madre. Con solo cinco euros, solo cinco puedes cambiar algo en la vida de un niño de Lalibela. Y no solo esta ONG, sino cualquiera, cualquier ONG pequeña donde sepas que va a llegar la ayuda. Un grano de arena ayuda a formar montañas.
